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Los Relatos de Cho Lucio
Al principio no era el mundo sino la munda, porque solo estaba cha Maria Bentayga sobre de la luna, y cha Maria Bentayga tuvo un hijo y creó al sol para mantener al hijo caliente, y el sol estaba contento porque era la primera Creación…
Así empieza una de tantas tradiciones orales de los antiguos canarios recogidas en este libro. Unas tradiciones, unas frases y unos relatos ancestrales - en su mayoría inéditos- que, poco a poco, van trasladando al lector al mundo de cho Lucio. Un mundo donde la cosmovisión de los antiguos canarios, su filosofía de vida y sus saberes atemporales siguen vivos. Un lugar para sanar el alma, para recuperar la Esencia, para SER lo que realmente somos. Una sabiduría para dejar de ser huérfanos y recuperar nuestras raíces. Unas raíces que beben de la noche de los tiempos y que son tan profundas como la de los balos de los barrancos...
Porque la llave que abre la cerradura de nuestro futuro estaba escondida en lo más recóndito de nuestro pasado
Dicen la abuelas que fueron visitadas por un águila blanca durante noventa lunas y noventa soles. Un águila que volaba por las montañas de Agáldar y Telde, posándose luego en la sagrada Bentayga para pasar la noche. Las abuelas decidieron crear triángulos de luz de las estrellas para comunicarse entre ellas. Cuando sus triángulos se hacían poderosos se comunicaban sin tener que esforzarse, contándose cada noche la estela del águila blanca. Transcurrió el tiempo y los faycanes y las attidamanas decidieron preguntar que mensaje traía. Al hacer esa pregunta no obtuvieron respuesta. Pero al día siguiente, en la playa de Telde, apareció una niña que no pertenecía a ningún clan. La llamarón el águila blanca, la niña de las estrellas. Contaban que la pequeña...
Los Relatos de Cho Lucio - Tradición Espiritual Canaria
Las estrellas son como las cabras. Si sabes mirar con atención verás que cada una tiene su personalidad. Todas son distintas. Las hay que están bailando, las hay que están quietas y las hay que caminan. Las hay rojas y las hay azules, las hay amarillas y las hay blancas. Y las hay grandes y las hay chiquitas como baifitos.
Los Relatos de Cho Lucio
Era una tarde fría como de invierno. Nubes negras que "abarruntaban" tormenta se habían ido arrejuntando toda la tarde como apañadas por los pastores. En la tarde oscura, furtivamente, la bruma se había ido metiendo en medio del pìnar. Era una bruma blanca y espesa como beletén, tan espesa que casi se podía cortar con el naife que llevaba el viejo cho Lucio Hernández el brujo en la cintura.
Los Relatos de Cho Lucio